domingo, 11 de noviembre de 2007

LA SORPRENDENTE IDIOTEZ DE LA GENTE

Cada día me sorprendo más de la idiotez de la gente. Por un lado buscan reconocimiento, pero por el otro cierran la puerta a toda posibilidad de mejorar sus conocimientos, de hacer mejor y en forma más eficiente lo que hacen todos los días.

Tienen miedo a perder un trono que no les pertenece y no aceptan que puede haber personas que hagan las cosas mejor que ellos o que mínimamente puedan mejorar los procesos. Son títeres de su vida, esclavos de sus propios miedos e imbéciles útiles que son tomados y dejados cada vez que se les requiere. No se dan cuenta de que no son queridos y, peor aún, creen que son irremplazables e imprescindibles.

Conozco un par de personas así y lejos de ser queridas, cada vez están más alejadas de la vida social. Su entorno los rechaza poco a poco y son unos bodrios convencidos, altruistas, engreídos. Son unos soquetes de la vida y lo peor es que no lo saben.

En el otro lado están los que no conocen los procesos y creen que todo debe de ser realizado a la ligera. A veces adulan un logro, pero más de las veces están presionando sin tener argumentos y sin tener la más minima idea de cómo se hacen las cosas. Lo más grave del asunto es que no son capaces de reconocer que son ellos los que no se soportan y los que quieren presionar, y se excusan en supuestas presiones de otros. Otros que no tienen nombre, que son fantasmas. Otros que no son más que ellos mismos.

Es soprendente la capacidad de la gente para sabotear las buenas cosas, para menospreciar el trabajo de los otros por mera envidia. Es sorprendente la idiotez de la gente...