miércoles, 18 de junio de 2008

¿QUÉ ESTÁ CLARO?


Las noticias de RCN se han empeñado en volver farándula cualquier informe noticioso, un set blanco y verde a manera de pasarela, violenta la sensatez, la seriedad, no faltaría más que unas luces de neón en un color rosado o naranja, que contraste con la corbata del político, perdón del profe Vélez (persona que trata los temas deportivos a manera de campañas) , o un poco de escarcha y brillo en los labios y rostros de sus presentadoras o mejor un bom bom bum, que disfrace de inocentes las gestualizaciones maquiavélicas que no buscan informar o alertar sino domar, esclavizar y vender de manera burda posiciones políticas, prueba de ello es que incluso yo he sentido ganas de crucificar, empalar o por lo menos lapidar a algunos personajes que atacan en estos noticieros más de una vez.


En Colombia las noticias se convierten en juegos de seducción televisiva, se busca ratting y no convencimiento, estos escenarios tan fashion y frescos son mejoras simplistas que atraen más público por la forma, por esa inmaculada cúpula en la que entregan tan sucio contenido. Los noticieros ya ni informan, predisponen, y la responsabilidad social de la cual son concientes los medios empieza a ser utilizada no para moderar lo que dicen sino para inocular veneno e incertidumbre en sus electores, perdón sus espectadores. Nuestro pueblo es parroquial y ante las críticas solo ofrecemos crucifixiones, Pilatos ahora lleva nombre de medio (RCN), su lengua y su dictamen es fascista, perdón es facilista y su información limitada, casi como la composición química de un buen veneno, tres imágenes de Piedad Córdoba y Chávez, dos ó tres declaraciones de algunos radicales y un ceño fruncido de Vicky Dávila y el arma está lista.


Pero hay que dar gracias al cuarto poder porque ahora ellos solucionan nuestras dudas, RCN piensa en cuanto confunden a sus consumidores las demás opiniones y en rescate de la verdad y la dependencia intelectual han creado una sección llamada ¡Está Claro! No me imagino la utópica reacción de un pueblo que no le gusta pensar, al saber que ya piensan más por ellos, que sus confusiones ya no son suyas, son de los medios. Qué alegría tan inmensa saber que alguien piensa por ellos, que la maquinaria política que introducen día a día los medios está bien aceitada y que sus resultados no podrían ser mejores, tienen a un pueblo comiendo de sus manos. Lo único que está claro en cuanto a política en este país es que las leyes se firman a cara y sellazos porque en el senado no hay curul ni con los televidentes, que ya no acuden desde que moreno de caro es embajador, Está Claro, está claro que RCN es uribista, Está claro que la oposición siempre será satanizada y condenada por la parcialidad con la que los medios entregan la información, está claro que en Colombia los noticieros son maquinarias políticas descaradas, está claro que si por RCN fuera, todo estaría claro.


Es gracias a este tipo de periodistas que el mundo aprende a olvidar sus verdades vedadas, sus juicios de moral insinuados, nunca lanzados, su flácido amor por la verdad terminan por convertir los noticieros en cajas de Pandora, donde podrás encontrar una innumerable cantidad de conflictos y distractores, pero siempre dejaras de verles cuando te ofrezcan un poco de esperanza, en palabras de Honoré de Balzac: "El periodismo es una inmensa catapulta puesta en movimiento por pequeños odios". Incluso aquellos que en este texto se interpreten como míos.
Lo cierto es que para un país de sordo mudos no hay nada más parecido a una orden que una seña.


http://www.eldeber.com.bo/rblog/onadem/2008/04/criticas_y_aplausos_al_periodismo_segun_consulta_ciudadana.html

miércoles, 11 de junio de 2008

LA ACADEMIA ¿FORMA O DEFORMA?

En promedio, un ser humano pasa cerca de 20 años formándose para “tener un mejor futuro”. En esos 20 años pasa por una serie de peripecias que le generan en gran medida más angustias que placeres, todo porque “hay que estudiar”. Y es cierto, es necesario estudiar para que haya movilidad social y para que quienes tomarán las riendas del país en el futuro se habiliten para hacerlo.

Sin embargo, al parecer la academia se está quedando corta en este propósito, sobre todo en lo concerniente a la formación de profesionales íntegros, idóneos y éticos, con sentido social y responsables frente al mundo en el que se desenvuelven.

En el mundo entero, los ciudadanos comunes y corrientes, los de a pie, vemos cómo se mueven maquinarias maquiavélicas detrás de los esquemas de poder y cómo los líderes terminan sucumbiendo ante las mieles del reconocimiento.

Hoy casi nadie (por no decir nadie), confía en los políticos que dirigen el futuro de los países o, al menos, desconfían de la gran mayoría de ellos. Lo más grave del asunto es que casi nunca actuamos (en Colombia no lo hacemos) y dejamos que un escándalo vaya opacando otro, sin que eso nos afecte.

Ahora bien, hago alusión a la academia, porque es allí donde esas personas indeseables para los países (y todo lo que está dentro de ellos), se supone se han formado. Entonces se hace evidente que si bien muchas de nuestras academias son excelentes en la formación de profesionales conocedores de leyes, formulas, números y de todos los campos del saber, se rajan en la habilitación de seres humanos para ayudar a los seres humanos.

Pero además de las fallas y vacíos en la formación humana, es desconcertante que esos mismos “dinosaurios” deformados, sean los que ostentan el titulo de docentes en las universidades más prestigiosas. Eso lo único que genera es que la plaga se perpetúe, porque muy pocos logran abandonar esas escuelas de sometimiento, en las que hay que pensar como el profesor, para que este “habilite” al estudiante.

Y después nos quejamos de la “suerte” que tenemos. El problema no es actual. Durante siglos eso ha hecho la universidad, saca profesionales al “mercado laboral” semestre tras semestre y se lava las manos. Al parecer hasta ahí llega su responsabilidad, porque no se inmuta siquiera frente a los errores (horrores) que cometen sus pupilos.

La universidad debe tener una participación activa en los temas actuales del país. Si ella forma (o deforma), debe asumir esa responsabilidad y ponerse al frente de lo que muchas veces generó.

martes, 3 de junio de 2008

LOS ESTRAGOS DE LA REELECCIÓN

Por María Jimena Duzán
Aunque resulte casi subversivo decirlo, declaro que soy una antirreeleccionista integral y convencida. Y sí, aunque me lluevan rayos y centellas, confieso que no formo parte de esa inmensa mayoría de colombianos que considera al presidente Uribe un "ser superior" e irreemplazable, al que hay que mantener en el poder como única vía para salvar al país de la hecatombe.

Probablemente, esa opinión me convierta automáticamente en una apátrida a los ojos de ese uribismo intolerante que no acepta sino el unanimismo, pero hay una inmensa minoría de colombianos que estamos convencidos de lo contrario. Es decir, de que una segunda reelección de Uribe no le conviene ni a Uribe mismo, no solo porque lo equipara a Hugo Chávez sino porque también terminaría sepultando sus propios éxitos. A Mariano Ospina Pérez le preguntaron por qué no se metía en una reelección y él contestó: "No quiero poner en peligro mi 3" Teniendo en cuenta que Uribe piensa que merece un 4,8, y así lo creen muchos colombianos, le puede pasar lo mismo. Además, una segunda reelección solo puede acentuar el 'tsunami' institucional que desató la primera, cuando el presidente Uribe consiguió reformar la constitución desde el poder en beneficio propio y se autoproclamó como una figura providencial destinada a refundar esta patria.

Desde ese momento, el país no ha dejado de sentir los estragos de esa primera reelección. Comenzando por el efecto dominó que ha tenido sobre nuestra institucionalidad. Su reelección en el 2006 volvió pedazos el sistema de frenos y contrapesos. Por cuenta de ese desajuste, el presidente Uribe pudo intervenir todos los estamentos institucionales, afectando su independencia del Ejecutivo. Puso a su viceministro de Fiscal. A su secretario jurídico de magistrado en la Corte Constitucional y a un amigo suyo -representante de un gremio agrícola- en el Banco de la República.

Su reelección permitió la de muchos de los 'parapolíticos', quienes fueron admitidos en la coalición uribista -a pesar de las dudas que había sobre ellos-, porque primó la tesis de que tenían que votar antes de ir a la cárcel. Por cuenta de esa misma razón, se les permitió a los 'paras' desmovilizados delinquir en 'Santa Fe de Relajito', mientras iban y venían a sus zonas y se pactaban acuerdos con los políticos, como bien lo confirman los testimonios de varios de los 'parapolíticos' uribistas que se han acogido a sentencia anticipada. Por la reelección estamos en el 'Yidisgate' -escándalo que prueba que este gobierno persuade en efectivo- y por la misma reelección, la Corte Constitucional, nuestro máximo tribunal, ha quedado expuesta ante la historia como una Corte de bolsillo. No solo falló a favor de Uribe una reforma constitucional que hoy parece haber sido conseguida a través del cohecho, sino que será recordada por haber acabado con el escándalo de la 'parapolítica'. Su último fallo, aquel en que se exige que los congresistas deben tener derecho a una primera y segunda instancia para ser juzgados, demuestra que estamos ante una Corte que se ha dedicado a ejercer el control constitucional como si estuviéramos en Dinamarca y no en Cundinamarca.

Aunque la Corte insiste en que no hay retroactividad y que no se afectan las investigaciones, ya hay una batería de abogados que alista sus tutelas alegando el principio de igualdad. Las tutelas en primera y segunda instancia tendrán que ser falladas por el Consejo Superior de la Judicatura, órgano que, por cuenta de la reelección, es hoy de un uribismo subido.En lugar de que la Corte Constitucional apoyara las investigaciones de la Corte Suprema, lo que se ha producido es un choque de trenes, y todo por cuenta de la reelección. Si el presidente Uribe no se hubiera reelegido, es claro que nadie habría demandado una norma que está vigente desde hace 15 años y que afecta a los 'parapolíticos' que votaron por su reelección. Sin esta, la política hoy no sería tan aburrida, reducida exclusivamente al fenómeno de Uribe. Por todo lo anterior, soy antirreelecionista integral. Y no soy guerrillera.