miércoles, 3 de diciembre de 2008

UN SÍNDROME LLAMADO PIRAMIDE

Por:
Mauricio Zuluaga Ruiz

En estos momentos, no vale la pena buscar culpables, un adagio popular reza: no busquemos el ahogado río arriba y, es totalmente cierto, otro dice, no mire la paja en el ojo ajeno, busque la viga en su propio ojo; reflexionemos entonces y, encontraremos razones.

Las hoy temidas PIRAMIDES han permeado toda la sociedad en sus distintos niveles, socio cultural, socio económico, socio político y hasta socio religioso, pero, o no nos percatamos de su existencia, o consentimos en ellas
y creo de verdad en lo último, consentimos en ellas.

Una mirada muy rápida nos permite encontrar que hay enormes pirámides, dentro del ámbito colombiano, en nuestra propia sociedad y allí están y permanecerán si no actuamos con responsabilidad individual y hacemos algo para evitar que se conviertan en verdaderos gigantes de desastre y negatividad.

Las hay, si, y crecen día a día en los diferentes estamentos así:

En la familia: padres que invierten poco y esperan mucho, dejan la educación, el control y la formación de los hijos a merced de terceros, y con el tiempo, derrumbe seguro.

En la educación, cuando padres o acudientes recurren a lo que sea necesario para cancelar costosas matrículas con ingredientes adicionales, esperando con ello un rendimiento oneroso: ver a sus hijos bien preparados, bien formados, en instituciones que reafirmen los principios y valores inculcados en casa, pero no, todo lo contrario, mediocridad, anti valor, vagancia y malas costumbres es lo que hoy en esas venerables instituciones se adquiere.

En la Universidades donde se promueve el mal entendido concepto de competitividad, que lleva a los nuevos profesionales a buscar enriquecimiento rápido, pues el dinero y su cuantiosa acumulación se han convertido en el único indicador de valor.


En el Sector Financiero, invertida sí, pero existe, allí las grandes organizaciones pagan poco, pero esperan mucho, cobran por todo, promueven campañas para que la comunidad las utilice, pero colocan todo tipo de trabas, costos y condiciones, convirtiendo este servicio en privilegio de grandes empresas y de pocas personas, las menos necesitadas.

En la Justicia, invertida también porque se aplica al débil y se protege al fuerte; allí quienes invierten son los que la manejan, invierten sí, pero a favor de quienes tienen grandes intereses y allí como en el sector financiero, las utilidades son bien significativas.

En la Política, hoy al servicio de verdaderos inversionistas afectos a las corrientes piramidales que dejan de lado los verdaderos problemas del pueblo, para dedicarse a sacar adelante los intereses particulares.

En el sector gobierno, ávido de mayor poder, que ve lo pequeño, pero ignora lo esencial perdiendo con ello su credibilidad.

Así como estas, hay muchas más.