miércoles, 5 de marzo de 2008

¿Y EL PUEBLO?

Con la actual crisis "diplomática" entre Colombia, Ecuador y Venezuela, el pueblo se ha puesto de moda. Y claro, está siendo usado. Ahora resulta que todas las acciones de los tres países están encaminadas hacia el bienestar de este. Yo me sigo preguntando ¿Dónde está el pueblo?

Con toda la espectacularización que se le ha dado el tema (de eso somos responsables los comunicadores y periodistas), son muchas las versiones, conjeturas, hipótesis, rumores, "joyitas" y hasta adefesios que se han dicho.

En primer lugar el hecho de que los más importantes medios de comunicación de este país hayan mostrado las fotografías sin ningún tipo de retoque del abatido guerrillero alias Raúl Reyes, no deja de ser una muestra flagrante de amarillismo. Sin embargo, de no ser así hoy habría muchas dudas en la opinión pública sobre si sería o no cierto que le habían dado de baja. Y eso se debe únicamente a que las autoridades de este país ya no tienen credibilidad por las muchas mentiras que le han dicho a "el pueblo".

Pero el otro fenómeno es que aquí un escándalo (espectáculo) opaca otro en cuestión de horas, lo que hace que "el pueblo" no tenga memoria. Y claro, cualquiera se aprovecha de eso. ¿Acaso alguien recuerda hoy día que hace algunos meses anunciaron la muerte de alias "El Negro Acacio", pero de él nunca mostraron el cadáver? No, "el pueblo ya había olvidado esa baja; igual pasa con Carlos Castaño y algunos todavía dudan de la muerte de Pablo Escobar, simplemente porque a las autoridades colombianas no se les cree.

Pero el tema es el pueblo. Y ese pueblo que ha sufrido las barbaries de la guerra, del terrorismo (insurgente y de estado) hoy celebra la muerte de un personaje como Raúl Reyes. Entonces si bien la incursión de las tropas colombianas en territorio ecuatoriano puede no ser legal (si se invocan las normas internacionales podría utilizarse la figura de defensa anticipada), si es absolutamente legítima, en tanto "el pueblo" colombiano la está legitimando, es decir, la apoya.

Pero lamentablemente, lo que debería haber sido un elemento cohesionador, se convirtió en un detonante que rompió las relaciones entre naciones vecinas (no comparto el concepto de naciones hermanas, porque el vecino de uno no es el hermano y el hermano no necesariamente es el vecino), al conocerse una serie de información (por demás mal manejada) que no deja duda de los vínculos de Venezuela con la guerrilla de las FARC y que de paso (para sorpresa de muchos) involucra al Ecuador.

Lo innegable aquí es que el señor Reyes representaba una amenaza para la seguridada nacional de Colombia y que el golpe fue duro y contundente, por lo que no se puede permitir bajo ninguna circunstancia que rumores como que "estaban durmiendo", "los atacaron a la mansalva" y cosas por el estilo desvíen la atención. Como hubiera sido se trataba de terroristas que más de una vez habían asesinado sin ninguna consideración a miles de colombianos.

Pero en quien nadie piensa ahora es en "el pueblo". ¿Acaso quienes están en las fronteras sufriendo desabastecimientos por los bloqueos, o los miles de ciudadanos que han perdido sus empleos por las restricciones al intercambio comercial o quienes sufrirán las retaliaciones guerrilleras, no son pueblo?

Yo si quisiera saber si el Palacio de Nariño o el de Miraflores o el de Carondelet, están desabastecidos. Ojala tuviera a alguno de esos presidentes de frente para decirles una única cosa: ¿Y el pueblo?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No cabe duda de que Ecuador y Venezuela apoyan a las FARC. Vamos a ver qué pasa cuando este grupo insurgente empiece a estorsionar, secuestrar y asesinar a los ciudadanos de esos países.

Alejandra Castaño + Mauricio Velásquez dijo...

Momentos después de recibir el premio Nóbel, Albert Camus (el fabuloso autor de obras como La Peste y El Extranjero) recibió una retahíla por parte de un argelino que le reclamaba la falta de compromiso con su pueblo; Camus, argelino hijo de franceses, respondió al agravio diciendo “Entre la justicia y mi madre, siempre elegiré a mi madre”. Con esto, el novelista dejaba ver su compromiso con el Hombre, no con el Pueblo, ese parafraseado concepto que de maniqueo en maniqueo ha permitido que los medios se instalen en él para un lento sometimiento de su conciencia. Camus era un visionario que leyó en su época el irremediable “absurdo” del hombre, pero ante todo, de su incesante construcción de retóricas culturales. Valdría la pena volverlo a releer.