martes, 3 de junio de 2008

LOS ESTRAGOS DE LA REELECCIÓN

Por María Jimena Duzán
Aunque resulte casi subversivo decirlo, declaro que soy una antirreeleccionista integral y convencida. Y sí, aunque me lluevan rayos y centellas, confieso que no formo parte de esa inmensa mayoría de colombianos que considera al presidente Uribe un "ser superior" e irreemplazable, al que hay que mantener en el poder como única vía para salvar al país de la hecatombe.

Probablemente, esa opinión me convierta automáticamente en una apátrida a los ojos de ese uribismo intolerante que no acepta sino el unanimismo, pero hay una inmensa minoría de colombianos que estamos convencidos de lo contrario. Es decir, de que una segunda reelección de Uribe no le conviene ni a Uribe mismo, no solo porque lo equipara a Hugo Chávez sino porque también terminaría sepultando sus propios éxitos. A Mariano Ospina Pérez le preguntaron por qué no se metía en una reelección y él contestó: "No quiero poner en peligro mi 3" Teniendo en cuenta que Uribe piensa que merece un 4,8, y así lo creen muchos colombianos, le puede pasar lo mismo. Además, una segunda reelección solo puede acentuar el 'tsunami' institucional que desató la primera, cuando el presidente Uribe consiguió reformar la constitución desde el poder en beneficio propio y se autoproclamó como una figura providencial destinada a refundar esta patria.

Desde ese momento, el país no ha dejado de sentir los estragos de esa primera reelección. Comenzando por el efecto dominó que ha tenido sobre nuestra institucionalidad. Su reelección en el 2006 volvió pedazos el sistema de frenos y contrapesos. Por cuenta de ese desajuste, el presidente Uribe pudo intervenir todos los estamentos institucionales, afectando su independencia del Ejecutivo. Puso a su viceministro de Fiscal. A su secretario jurídico de magistrado en la Corte Constitucional y a un amigo suyo -representante de un gremio agrícola- en el Banco de la República.

Su reelección permitió la de muchos de los 'parapolíticos', quienes fueron admitidos en la coalición uribista -a pesar de las dudas que había sobre ellos-, porque primó la tesis de que tenían que votar antes de ir a la cárcel. Por cuenta de esa misma razón, se les permitió a los 'paras' desmovilizados delinquir en 'Santa Fe de Relajito', mientras iban y venían a sus zonas y se pactaban acuerdos con los políticos, como bien lo confirman los testimonios de varios de los 'parapolíticos' uribistas que se han acogido a sentencia anticipada. Por la reelección estamos en el 'Yidisgate' -escándalo que prueba que este gobierno persuade en efectivo- y por la misma reelección, la Corte Constitucional, nuestro máximo tribunal, ha quedado expuesta ante la historia como una Corte de bolsillo. No solo falló a favor de Uribe una reforma constitucional que hoy parece haber sido conseguida a través del cohecho, sino que será recordada por haber acabado con el escándalo de la 'parapolítica'. Su último fallo, aquel en que se exige que los congresistas deben tener derecho a una primera y segunda instancia para ser juzgados, demuestra que estamos ante una Corte que se ha dedicado a ejercer el control constitucional como si estuviéramos en Dinamarca y no en Cundinamarca.

Aunque la Corte insiste en que no hay retroactividad y que no se afectan las investigaciones, ya hay una batería de abogados que alista sus tutelas alegando el principio de igualdad. Las tutelas en primera y segunda instancia tendrán que ser falladas por el Consejo Superior de la Judicatura, órgano que, por cuenta de la reelección, es hoy de un uribismo subido.En lugar de que la Corte Constitucional apoyara las investigaciones de la Corte Suprema, lo que se ha producido es un choque de trenes, y todo por cuenta de la reelección. Si el presidente Uribe no se hubiera reelegido, es claro que nadie habría demandado una norma que está vigente desde hace 15 años y que afecta a los 'parapolíticos' que votaron por su reelección. Sin esta, la política hoy no sería tan aburrida, reducida exclusivamente al fenómeno de Uribe. Por todo lo anterior, soy antirreelecionista integral. Y no soy guerrillera.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sabes es un poco agobiante, agonizante y preocupante el resultado de este país, pero realmente soy partidario de Uribe aunque este tema estoy Jarto y que venga lo que venga hay que dejar de hablar y lo mejor es actuar y actuar con prudencia