jueves, 7 de noviembre de 2013

A bordo de un carro chino... Zotye Duna

Los productos chinos tienen mala fama. Tanta, que hasta a las mentiras les adjudican el apellido "chino". Por eso escuchamos decir con frecuencia, que tal o cual versión es "puro cuento chino". ´La verdad es que entre lo chino hay de todo: copias muy buenas, copias muy malas, creaciones muy buenas, creaciones muy malas, tecnología muy buena, tecnología muy mala... y así. 

Entonces, después de tener electrodomésticos, celulares y un carro chino, creo que puedo opinar. Lo primero, es que no por ser chino, es malo. Sólo hay que saber elegir. 

Hace algunos años compré mi primer carro: el inolvidable Renault Twingo. Bueno, muy bueno, de excelente desempeño, pero con varios problemas. Sin embargo, ese no es el asunto de esta entrada, así que a lo que vinimos: después de ese Twingo (usado), quise un carro nuevo, un campero aguantador en trocha, pero con un consumo como para que me aguantara el bolsillo. Miré varias opciones entre marcas tradicionales y encontré unos muy buenos, pero muy caros, otro no tan buenos e igualmente caros y otros no tan caros, pero con consumos absurdos de combustible... Así, entre búsquedas, pruebas y decepciones, llegué (por referencia de un amigo) al Zotye. Y claro, lo primero fue la desconfianza: !Carro chino! Como dirían los creyentes: ¡Ay dios mio! 

Pues bien, busqué el concesionario, vi el carro, después miré la ficha técnica unas 200 veces en Internet, consulté foros e hice la prueba de ruta. El carro me sorprendió desde el inicio: alto, estable, buena fuerza, bajo consumo, sin problemas para arrancar en loma con el cupo completo y buenos acabados (eso de la estética pesa mucho). Y el precio para la época (2011) de 34 millones y medio para el Duna y 28 millones y medio para el Nómada (la diferencia entre uno y otro, además de la cilindrada del motor de 1.6 y 1.3 respectivamente, era de estética: rines, vidrios y espejos eléctricos, luces, tapices, radio, etc.) Después de todo esto, ya sólo faltaba decidir. Y vuelve y juega: ¡carro chino! Pregunté por la garantía: 2 años ó 50 mil kms. Digamos que los promedios normales del mercado. 

Así las cosas, con presupuesto en mano, comparaciones, prueba y referencias, compré el carro chino: El Zotye Duna (1.6) de 34.5 millones de pesos. Y ahí va. No se ha desbaratado, me ha sacado de más de un hueco, funciona muy bien, el servicio pos venta responde y tengo carro para rato. 

En la próxima les cuento con detalle, cada uno de los pro y los contra del carro. 

jueves, 5 de septiembre de 2013

¿En qué irá la entrevista a la monja muerta?

Hace algún tiempo, mientras estaba en auge la canonización de Laura (la monja de Jericó que salvó a los indios de lo que no los tenía que salvar) , una editora nacional de noticias le escribió a su periodista en Medellín, para que buscara a la monjita (en Jericó) y la entrevistara para el medio día. Nada raro hasta ahí, excepto porque la monja en cuestión había muerto hacía poquito (60 años no más).  

Increíble pero cierto. No la muerte de Laura, sino la ignorancia de la editora. Más allá del error al que todos estamos expuestos, el hecho de la referencia muestra hasta qué punto nos lleva la carrera, el afán, la ignorancia, la falta de sentido común... Como decían en el colegio: tan faltos de todo, tan llenos de nada. 

Pero no es la primera vez que llegan flamantes órdenes desde Bogotá para que las regiones las ejecuten. Todo, por supuesto, con mensaje de urgencia. El pequeño detalle es que en la capital desconocen las regiones, las distancias, las limitantes y hasta la historia. 

El caso de la monja Laura es apenas uno de ignorancia (cualquiera sabe (?) que no se canoniza a un vivo), pero en mis trasegares por la vida me he encontrado con pretensiones bogotanas sencillas. Por ejemplo, piden que un personaje vaya en un solo día de Ituango a Urrao, pase por Fredonia, entre a Amagá y en el tiempito que le quede tome unas foticos de Medellín desde el Cerro Nutibara y después de las gordas de Botero (y que se vea el Metro). Todo lo anterior, por supuesto, por tierra (utilizando las autopistas antioqueñas) y con viáticos limitados (vaya en el primer vuelo de Bogotá a Medellín y regrese en el último, porque no se puede pagar hotel y el límite por comida es de 7 mil). No es mentira. Pasó hace menos de un mes en una comisión ordenada por el Ministerio de Hacienda a un equipo de producción de la capital. 

Con estos dos sencillos ejemplos, cabe preguntar entonces ¿por qué nos extraña que la provincia sea el patio de atrás, si los periodistas no conocen ni de lo terrenal ni de lo divino y los que gobiernan piensan que Urrao e Ituango están tan cerca como El Andino y El Retiro en Bogotá?

Por eso es que los paros no existen, el mínimo alcanza para todo, las reformas tributarias hacen chillar a los ricos, la guerrilla está acabada, la gasolina no está tan cara y el maíz de la arepa no viene de la USA (que produce el 40% del total mundial). Porque mientras el país se desbarata, desde Bogotá mandan  a entrevistar a monjas muertas (y rapidito).